El lujo no es derroche. Es situar la riqueza, no en alardes de vana ostentación, sino allí donde el arte y la belleza alcanzan su máximo esplendor. Se justifica así, el talento, oficio y esfuerzo del verdadero creador. Es un acto supremo. Reconozcamos su magnitud porque al fin, el que conoce, el que crea, el que ama son uno.